Seguí Remando

La cuestión es de paciencia, la paciencia es esa pócima que al comienzo sabe amargo, es aquello que va junto a la serenidad, el primer trago sabe a amargura, insípido, sin gracia, pero que con el pasar del tiempo su fruto tiene un sabor dulce, cuando has luchado, trabajado y hecho bien las cosas la paciencia tendrá su fruto dulce.

No es fácil estar lejos, extrañando, queriendo estar allá pero con una meta por cumplir aquí, sueños por los que se trabaja día a día, sueños por los que se sigue remando contra la corriente, ya habrán días en los que se navegará con el viento a favor, días en los que no habrá que remar porque el viento inflara las velas de tu vida, viento que vendrá cargado de recompensa. Por eso, seguí remando, seguí remando que la carrera es larga y a este velero le hacen falta aún muchas millas por recorrer, seguí remando dándole dirección al timonel porque no podemos ir a la deriva, navegar a la deriva es dejar tu vida a la suerte y, si quieres ser dueño de tu destino nunca esperes nada del azar; el azar y la suerte pueden ser el desenlace de una determinada situación, pero jamás su explicación, nunca podrás atribuir tus logros a la montaña rusa de la suerte, podrás justificar tus logros con el trabajo, con el esfuerzo, con la iniciativa y la creatividad, no hay otra manera.

La cuestión no es de tratar, es de hacer, ya lo aprendí, cuando se dice trataré de estar, trataré de llegar, de una u otra manera le estamos dando un espacio al fallo, es decir, trataré de estar como pueda que no, trataré de ser como puede que no sea, de esta manera se advierte que es urgente cambiar de mentalidad, bueno, tan siquiera podemos empezar cambiando la palabra, ya no será un trataré sino un haré; haré esto o lo otro, seré aquello. Puede que sea básico lo anterior, pero los cambios empiezan así, con pequeñas cosas, con esos “click” en donde sientes que tus hábitos se fracturan. Los cambios empiezan cuando encuentras esa pequeña fisura por donde se cuelan nuevas ideas, retos y objetivos, aquí se conoce a los grandes hombres, a los que, con el pasar de los años serán clasificados en dos grandes grupos: los que fueron y los que pudieron haber sido. Yo quiero estar en el grupo de los que fueron, en el grupo de los que pueden contar la historia al final del camino, en el grupo de los “más”, los más osados, los más astutos, los más nobles también, la nobleza y humildad es un elemento que siempre está presente en los “más”.

Así bien, el velero tiene que seguir remando, tiene que seguir usando el viento, poco o mucho pero siempre a su favor; el mar de la vida nos hará atracar en varios puertos y cada uno de estos puertos nos enseñará algo diferente, aprenderemos quienes somos, que queremos, para donde vamos, qué camino tomar, a quien amar, a quien alejar y, finalmente la suma de todas estas experiencias nos harán contar una historia, una historia que se resumirá en frases cortas al final de la vida; frases como: mi padre era mi ejemplo, fue el mejor compañero que pude tener, no conocí una amistad tan limpia como la de él o ella, su palabra valía más que cualquier firma y claramente también habrán frases de mierda para resumir a alguien al final del camino, pero de esas no me gusta hablar, hoy prefiero escenarios más verdes y no tan negros.

Ahora, cada quién escoge que historia contar y como ser recordado, todos dejamos una huella al transitar por el sendero de la vida, huellas que pueden ser luz para algunos o huellas que será mejor borrar en la historia, de lo que hagamos en vida depende nuestra inmortalidad, y me refiero a inmortalidad como un recuerdo en la cabeza y en el corazón de los demás.

Inmortal es aquel que logra llegar a muchas mentes y corazones para quedarse grabado y recordado para siempre de la mejor manera.

En la melodía que acompaña esta sesión, hoy esta Spring Waltz – Chopin.